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Consumismo excesivo y falta de regulación en el manejo de químicos

Actualizado: 30 oct 2021

¿Qué es el consumismo?

Para llegar al concepto de consumismo, primero debemos entender que es el consumo y cómo se relaciona con la sociedad. El consumo no es más que una actividad económica la cual relaciona a las personas con sus bienes en la búsqueda de construir una identidad. A partir de esto, podemos decir que el consumo está en todo lo que nos rodea, lo encontramos desde la compra de un dulce hasta la de una casa. Sin embargo, todo en exceso es malo y el consumo no es la excepción, es aquí donde nos encontramos con el consumismo, lo cual es una tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.





Existen muchas razones detrás del consumismo entre ellas están:

  • La asociación de los bienes con el éxito

  • La globalización

  • La publicidad y el marketing

  • La sobreproducción de artículos de baja calidad


Por estas razones, encontramos que día tras día las personas adquieren productos innecesarios de manera abrupta, obviando su funcionalidad por el simple hecho de que pueden hacerlo, o porque consideran que es normal hacerlo. Esto se ve reflejado en muchas de las cosas que compramos, como en la ropa y el fast fashion, la sobreutilización de servicios del agua, luz etc. Pero en mayor medida, en la tecnología, donde cada vez más rápido salen nuevos productos y los más antiguos se vuelven obsoletos, es aquí donde entra otro problema ¿Qué sucede con aquellos productos que son desechados?


Ejemplos actuales de consumismo excesivo que conllevan a un mal manejo de residuos químicos


La sobreproducción de celulares y aparatos electrónicos

Un ejemplo de cómo el consumismo excesivo puede llevar a un mal manejo de residuos químicos es la sobreproducción de celulares a raíz de la alta demanda de los usuarios. Debido a nuestra necesidad de estar en constante comunicación ya sea en un contexto académico, laboral o social, las personas nos hemos visto en la obligación de adquirir herramientas como computadores y celulares, siendo este último el más común por su inmediatez y practicidad. Sin embargo, no todo con los celulares es bueno, las industrias productoras, con el fin de vender más, han creado sistemas de actualización de softwares lo cual vuelve obsoletos a los celulares en un tiempo corto y nosotros como usuarios terminamos cambiándolos como si fueran juguetes, dejando archivado o botando los que ya están “viejos”. Acciones que traen consigo problemas en el medio ambiente, específicamente por el mal manejo de residuos químicos, ya que las baterías de los celulares actuales están conformadas por iones de litio que contienen elementos como el cobalto, el níquel, el manganeso, el litio y el grafito, muy dañinos para los ecosistemas.





En la producción de sartenes: el teflón y el agua


En este caso, parte de la culpa no va hacia los consumidores. En el sistema actual de comercio de oferta y demanda, el sistema no funciona como en teoría debería. Según la teoría del sistema de oferta y demanda capitalista, sería ideal que cada persona tomase en cuenta las consecuencias para el consumo de un solo producto antes de adquirirlo. Por lo cual, por ejemplo, antes de comprar un galón de gasolina se tendrán en cuenta las consecuencias en el medio ambiente que tomó extraer ese galón, y las consecuencias individuales y grupales de gastar ese galón (Park, 2015). Sin embargo, actualmente en el mercado se prioriza la ganancia inmediata por sobre el acceso a materia prima en el largo plazo. Por esta razón, hay ocasiones en que las compañías prefieren las ganancias que adquieren al utilizar ciertos materiales para la producción de sus productos, a la visión a largo plazo. Como ejemplo, está la crisis climática causada por DuPont Corporation de químicos.


Con su manejo del material teflón, y desde la década de 1980, la compañía sabía que los componentes en su químico de teflón era tóxico para humanos, pero no fué sino hasta el 2006 que aceptaron abandonar su uso. DuPont utilizaba teflón con residuos tóxicos de PFOA (Ácido Perfluorooctanoico), como resultado de la producción de fluoropolímeros que resisten el calor y la presión en sartenes antiadherentes y otros productos. Durante las décadas de producción con Teflón y residuos de PFOA, DuPont había desechado los residuos en cuerpos de agua cercanos a sus fábricas, por las cuales el PFOA llegó a habitar dentro del ecosistema, en el agua en forma de contaminación química, en la tierra y en las personas que viven en los alrededores. El PFOA residiendo en humanos ha sido ligado con daños en el hígado y afecciones del crecimiento y desarrollo físico, deformaciones físicas, y daños en la reproducción, pero hasta el momento se desconocen las consecuencias completas del PFOA en humanos a largo plazo, o de forma generacional.


Al PFOA se le llama el ‘Químico Eterno’ dado que no es degradable por la naturaleza, y el cuerpo humano y animal no puede procesarlo. Entre otros químicos que se han visto contaminando el agua por el desinterés de grandes corporaciones, está el C-8 (también derivado del Teflón) y los grupos de PFAS; ambos de los cuales también han sido desechados por DuPont anteriormente. En un estudio realizado en 2019 por el Social Science Environmental Health Research Institute at Northeastern University and the Environmental Working Group, se encontró que 43 estados de EUA tenían PFAS en ellos, pero no fué hasta 2019 que la EPA de Estados Unidos empezó con la regulación de estos químicos de grupos PFAS. Sin embargo, aún no hay límites bien estipulados para su uso y desecho, y DuPont sigue desechando estos PFOA en cuerpos de agua, incluso al calamar ya haber abandonado su uso.


Una característica resaltable de este caso es que, frente a la amenaza de demandas por daños en la salud de personas como consecuencia del uso del teflón, DuPont ha estado delegando parte de sus activos a empresas más pequeñas, por lo que estas serían las que pagarían por los daños hechos a la población. Pero al no tener el alcance que DuPont alguna vez tuvo, estas compañías pequeñas no serían capaces de pagar la suma completa, por lo que las víctimas no obtendrían una suma aceptable. Los representantes legales de DuPont insisten hasta hoy que su repartición a compañías más pequeñas es una táctica de negocios, y no para evadir responsabilidad.


Estas crisis afectan más que nada a personas de bajos recursos, o que viven en condiciones con falta de infraestructura, por lo que al tener que pagar para mantener filtros de agua para los desastres de compañías como DuPont, afecta de manera negativa sus ingresos. Y de no poder pagar estos, o lograr comprar agua de otras fuentes, las consecuencias son en su salúd física, mental y de posibles generaciones por venir.

Hoy en día, DuPont es considerada como una corporación con uno de los mejores análisis corporativos de ganancia y devolución de activos en el mercado, pero por sus errores varias otras corporaciones han implementado las etiquetas de «libre de PFOA» y otras similares para ventas.


Esta priorización de la imagen y ganancia propia por sobre el bienestar del medio ambiente, el acceso a recursos a largo plazo y el cuidado de otros humanos no escasea solo en DuPont. Podemos ver ejemplos diversos en las industrias tecnológicas de celulares y otros equipos, con la obsolescencia programada, cuyo objetivo final es la obtención de mayor ganancia. Recientemente, sabemos que industrias como Apple decidieron no vender cargadores y audífonos junto con sus celulares para disminuir el impacto del desecho tóxico por sobre producción, pero con esta implementación llega un nuevo problema: Además de que esto no cambia la programación de obsolescencia programada, permanece la necesidad de gasto para personas que podría no tener los recursos necesarios, que tiene la priorización de la ganancia financiera una vez más.




La ganadería, la comida y el pastoreo

El rápido crecimiento de la raza humana ha traído consigo un incremento en la demanda de ganado y otros animales. Lo anterior, aunque muchas personas no lo consideran como consumismo excesivo ya que, ingerir alimentos es una necesidad básica para el ser humano, la realidad es que sí es catalogado como consumismo y las consecuencias al medio ambiente que las actividades relacionadas a la cría, mantenimiento y consumo de estos animales conlleva, son más grandes de lo que muchas personas piensan.

Actualmente, más de 200 mil millones de animales son consumidos por una población mundial de más de 7 mil millones al año. Y, según diversos estudios, ​el consumo de carne seguirá en aumento debido crecimiento de la población humana, lo que aumentará las emisiones de gases de efecto invernadero y reducirá aún más la biodiversidad. Pero, ¿cuáles son las acciones que generan que la ganadería tenga tantos impactos negativos en el medio ambiente y cómo el mal manejo de residuos químicos incrementa estos impactos?

En primer lugar, tenemos que las técnicas de manejo que se emplean para aumentar la productividad de los terrenos de pastoreo, no son las más adecuadas. La intervención mecánica y física de los suelos o la vegetación, influyen directamente en la salud del ecosistema. A las tasas actuales de ganadería, el ciclo de reciclaje natural del suelo no se genera, por lo que la aplicación de fertilizantes y químicos utilizados para controlar las plagas permanecen en los suelos, dañando las zonas hídricas cercanas y erosionando las zonas aledañas. Actualmente, las actividades relacionadas a la ganadería aportan un 18% en la emisión de gases de efecto invernadero, siendo este un porcentaje incluso mayor al del sector de transporte. Es por esto que, medidas que ayuden a mitigar estos efectos son urgentemente necesarias, entre esas medidas está, eventualmente, reducir el consumo de carnes (algo que no le gustará a gran parte de la población) en un 90% para que la agricultura sea sostenible.



Conclusiones y acciones de respuesta


En primer lugar, cualquiera pensaría que, para terminar con el consumismo excesivo, la acción más obvia sería frenar las tasas de consumo actuales. Sin embargo, esto no sería viable en primera instancia debido a las múltiples economías que se benefician de este consumismo. Por lo tanto, aunque sería la opción más rápida, no es la más realista. Es por eso que, aunque existen actualmente muchas organizaciones y movimientos sociales en contra de este problema, hasta ahora no se ha logrado reducir el ritmo en el que este se incremente, y como mencionamos anteriormente, se espera que en los próximos años continúe con esta tendencia ascendente.

Por consiguiente, a la hora de plantear una solución realista y asertiva para este problema, es necesario partir desde lo más pequeño. Todos debemos estar comprometidos para lograr ver un cambio a largo plazo. Es aquí donde acciones como la de Freecycle Network cobran relevancia. Esta es una red de personas del común que están dispuestas a intercambiar bienes por otros bienes o servicios. Es una nueva versión del ahorro y, al mismo tiempo, es beneficiosa para ambas partes. También, debido a la estrecha relación entre el consumismo y la sobrepoblación, se debe promover la planificación familiar en todo el mundo, pero esencialmente en aquellos países con una alta natalidad. No es una tarea fácil, claro está. Pero entre más tarde se tomen medidas, más difícil será.


Por otro lado, más allá de las acciones individuales, es necesario que los países desarrollados den un ejemplo al mundo, priorizando el bien común y del ecosistema al bien individual y dando paso a que otras nuevas industrias, como las energías renovables y las tecnologías de reciclaje, prosperen y desvíen algunas de las cargas económicas. En otras palabras, hacer lo que el profesor Klaus Schwab, llama «un gran reinicio del capitalismo».




Esto es todo por hoy, gracias por leer la primera entrega de nuestro post, ¡mantente atent@ para una nueva publicación la próxima semana!




Referencias



















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